Tenemos una España de chichinabo en la que los mediocres han establecido la dictadura de la incompetencia: Pajín, Villalobos, Llamazares, Zapatero y Chaves son justos representantes de una casta insufrible. En cualquier otro lugar no habrían podido ni siquiera presentarse a unas elecciones por inútiles y descerebrados. Pero esto es España que se escribe con z de zopencos, zoquetes y Zangolotinos. Por eso, en la vieja piel de toro triunfan Belén Esteban y Mourinho. La primera por sus antiguas cabalgaduras en compañía de un torero- y hasta ahora-, y el segundo porque es enemigo de Cataluña y de sus gentes. A ambos la estupidez de los otros les hace buen provecho. Mientras el Director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas denuncia al gobierno por bloquear su proyecto para desarrollar nuevos fármacos contra el cáncer de pulmón. El señor Barbacid no tiene quien le quiera en una nación arruinada por su propia estupidez. Ya lo ven, el entrenador y la Esteban que son un cáncer, son mucho más queridos que aquel que lucha por terminar con la metástasis que conduce, en muchos casos, a la muerte. Paradojas de una nación embrutecida y acomplejada. No es de extrañar, por tanto, que España haya perdido su voto en el Centro de Investigación en Cáncer de la OMS por no pagar la cuota desde hace dos años. Hablamos de 800.000 euros de deuda que seguramente habrán tenido un destino mejor de acuerdo al pensamiento zapateril. Alguna organización de honrados come-almohadas luchando por los derechos de los palestinos; una ONG que organiza cursos para aprender a masturbarse cuando todos ellos fueron autodidactas; o la financiación de algún estudio sobre la igualdad de género en la lengua de los bantúes. Ya les digo, dos añitos sin pagar la cuota dan para mucho, incluso para financiar ilegalmente algún partido político que yo me sé.
España es un esperpento inigualable, una tierra donde no hay sitio para la gente culta y honrada. En este país, cualquier cenutrio sin escrúpulos puede optar gratis a amargarnos la existencia. Políticos con mando en plaza. Gente de pensamiento tan feo que nadie buscaría jugando al escondite. Pero por mucho que nos ocultemos, ellos siempre terminan encontrándonos con una flamante propuesta electoral, con un nuevo impuesto, con una sorprendente forma de torturarnos. Todo por aplicarnos sus neuras y controlar que podemos o no podemos comer, beber, estudiar e incluso pensar. Gentuza de la que debemos estar siempre ojo avizor y con las posaderas prietas para evitar su jodienda. Ante ellos, sólo me queda recordar aquellos versos de Quevedo: “Tú que caminas la campaña rasa, cósete el culo, viandante y pasa”. Ande con cuidado porque el cáncer español tiene forma de político y amenaza con acabar con todos nosotros.
Sergio Calle Llorens
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