Probablemente la mejor manera de luchar contra los extremismos es apoyando a los grupos moderados de cada bando. Posiblemente la única forma de vencer el fundamentalismo, en todas sus formas, sea el estado de derecho. Sin embargo, guardar silencio ante los extremistas que matan a cristianos en Egipto o gasean escuelas de niñas en Afganistan, es simplemente cooperar con los enemigos de la libertad. Y para luchar contra ese silencio complice, tenemos esta entrada del autor de http://rebeldedelsur.blogspot.com/. Una crítica feroz a los fundamentalismos que además explica las causas de la superioridad de nuestra sociedad.
Buena prueba de que pertenecemos a una cultura superior es el hecho de que yo haga un chiste sobre Jesucristo, y el Papa de Roma no me mande inmediatamente a la Guardia Suiza para lacerarme. Incluso, en un día de atrevimiento extremo, podría decir en televisión que los apóstoles eran unos honrados comealmohadas- una barbaridad por supuesto- sin consecuencias físicas para mi persona. Ventajas, óiganme, de pertenecer al mundo occidental. Aquí, no nos tomamos la biblia en sentido literal. De hecho, ni siquiera se nos ocurriría denunciar a un vecino por trabajar en el jardín un domingo por la mañana. A lo sumo, enchufaríamos la manguera, en el día del señor, a esos vende biblias conocidos como testículos de Jehová. Ya saben, personas cuya obsesión por la sangre les impide que ésta llegué a la cabeza. Tampoco nos tomamos muy en serio a los Mormones americanos, más bien lo contrario. Porque eso ni siquiera es una religión, sino una forma de poder cepillarse cada semana a diferentes mujeres. Reconozco, eso sí, que radicales hay en todas las religiones. Sin ir más lejos en Estados Unidos salen algunos deficientes mentales con pancartas diciendo que Jesús odia a los homosexuales; cuando estoy convencido de que de odiar algo, sería a idiotas como ellos. De cualquier forma, la diferencia entre occidente y el mundo musulmán es que aquí nadie va a la cárcel por criticar o mortificar a la religión mayoritaria. Eso, queridos amigos, ocurría en la edad media. La misma en la que habitan los musulmanes.
A día de hoy, por tanto, uno puede criticar la querencia de algunos curas por las braguetas infantiles, o al judaísmo en su conjunto, y ni Rouca Varela, ni el Mossad vendrán a casa para torturarnos. Por eso, cuando escucho noticias como la de los talibanes intentado gasear una escuela de niñas, o la de los Cristianos asesinados en Egipto, pienso en aquella frase: " Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma", porque fue una verdadera lástima que el propio Mahoma no se hubiese despeñado por ella aquel día. Finalmente me gustaría añadir que estoy a favor de que cada cual practique su religión libremente. De hecho, la gran mayoría de musulmanes necesita esa libertad para poder seguir subyugando a sus mujeres. Sin embargo, hay varias cosas que los hijos de Alá deben conocer para convivir, sin problemas, con nuestra cultura superior. La primera es que las mujeres son iguales a los hombres ante la ley. Y ninguna tradición basada en el libro de su querido profeta va a cambiar eso. Lo segundo es que en occidente existe la libertad de expresión, y no estamos dispuestos a renunciar a ella. Para nosotros, ciudadanos de las sociedades más avanzadas del mundo, ambas cosas son innegociables.
Espero, por tanto, que la próxima vez que un dibujante haga una caricatura de Mahoma, no vayan los musulmanes radicales a intentar matarle. Pues si quieren saciar su frustración por sentirse inferiores, les recomendaría liquidar al hijo de puta que creó la serie de Dibujos Animados "Marco". Un tal Yoichi Kotabe, japonés para más señas, que bajo la dirección de Isao Takahata, adaptó la novela italiana "Corazón" de Edmondo de Amicis. Serie que causó daños psicológicos irreparables a millones de niños occidentales. Personitas, entonces, que no entendían que la madre de Marco, además de una guarra y una descerebrada, no escribiese a su hijito, que la buscaba por toda La Argentina, para informarle de su paradero. Espero, de cualquier forma, que capten la ironía en este último y ficticio deseo. Al fin y al cabo, nadie merece morir por un monigote, nunca mejor dicho. Amen.
Coda: En un mundo civilizado se denuncia al prójimo, y sólo en las sociedades donde pervive la barbarie se amenaza de muerte.
"La cegadora ignorancia nos confunde. Oh miserables mortales, abrid los ojos". Leonardo Da Vinci
Sergio Calle Llorens
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