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miércoles, 20 de noviembre de 2024

¡AHORA LLUEVE EN MI CORAZÓN!


 

Dice una amiga que yo he vivido, luchado y corrido más peligros en los últimos cuarenta años que la mayoría de mis iguales en una docena de vidas. Después de todo, afirma, yo he sido escritor maldito de libros proscritos. Poeta satírico y burlesco. Espadachín de lances oscuros en Castilla la Nueva. Azote de los corruptos de la secta del capullo. Cronista de lo imposible. Testigo de la caída del muro de Berlín. Aventurero que huía en Rumanía tras la ejecución sumarísima de los Ceausescu o cómo coño se escriba el apellido de esos dos hijos de la grandísima puta.  Amante de lenguas muertas y de mujeres vivas. Presidente de la Orden maldita de los Caballeros de Alborán. Aprendiz de todo y experto de nada en Escandinavia. Soñador en Italia. Bardo en Irlanda.  Pirata en el Mediterráneo. Naufrago en las ciudades sin mar. Enemigo del Estado del malestar. Emprendedor que hizo propio la máxima de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Detective que seguía el rastro de Jack el Destripador por las calles de Whitechapel. Caballero español con mujeres de ojos rasgados que me acompañaron desde el oriente hasta mi ocaso. Políglota al que le fue esquivo el lenguaje del amor. Guardián del Cementerio a la hora del crepúsculo. El mío. Centinela del legado de Buddy Holly y del Rock and Roll más canónico. Rebelde con causa y sin ella.

Le contesto afirmativamente con una ligera sonrisa mientras mi mirada se pierde en un mar dominado por el viento de poniente. Estoy agotado. Tengo el cuerpo destrozado y el corazón hecho añicos, pero no digo nada. Simplemente echo la vista atrás sin echarme en los brazos de esa dama llamada melancolía. Un rato después, que a mí me parecen segundos fugaces, me pregunta a qué época de mi vida me gustaría volver. Le respondo qué a ninguna, aunque es una mentira tan grande como la cabeza alienígena del periodista de cuyo nombre no quiero acordarme. En verdad, si hubiera una maquina del tiempo volvería una y otra vez a la dulzura de 1986 para pasear por las calles de Pedregalejo y disfrutar por última vez de sus garitos con sus fiestas, sus tribus urbanas y sus locuras. Sólo sería una noche.  Poco para una década, pero todo para un servidor que conoció las mieles de amor a dos cañas del mar. Imposible olvidar. Imposible olvidarla.

Sergio Calle Llorens


sábado, 9 de noviembre de 2024

¡El RÁPIDO!

 



En Europa tenemos al Rapid de Viena, al Rápido de Bouzas y al rápido de Pedro Sánchez cuya celeridad a la hora de huir de los incidentes de Valencia no tiene parangón en la historia de nuestra democracia. Al amado líder del PSOE no le importó dejar atrás a los Reyes de España sin pensar en las posibles consecuencias de su vil acto. Si eso es capaz de hacer con el primero de los españoles, imaginen que no haría con los ciudadanos normales en una situación de riesgo. En cualquier caso, verle huir cogido de la mano de sus guardaespaldas por haber sido supuestamente alcanzado por un palo- no hay ninguna imagen que lo demuestre- es un acto de justicia poética. El tío estaba asustado, con el rostro descompuesto y recordaba a un infante en su primer día de colegio. Le faltó llorar y gritar aquello de mamá tengo mucho miedo.

Sánchez nos demostró de la pasta de la que está hecho; la cobardía y, como buen miedoso, es incapaz de amar porque ese sentimiento está reservado a los valientes de espíritu. Pedro, que está encantado de haberse conocido, sólo tiene adoración por su persona. El presidente escapó a toda pastilla mientras Felipe VI y la Reina Letizia aguantaban el  tipo. Hubo dos momentos mágicos a mi entender. El primero se dio cuando el Rey se negó a que le protegieran con el paraguas cuando más barro les lanzaban. El segundo fue ver cómo la pareja Real, a pesar de todo, mostraba cariño y empatía con los damnificados de las riadas. Los Reyes caminaban sin prisa y Sánchez huía apresurado. Es, sin duda, la imagen de la legislatura. Un momento detenido en el tiempo que nos recordará siempre quienes son nuestro faro en una noche de tormenta, y quien es el pirata que escapa.

El marido de Begoña también tuvo prisa en ayudar a Marruecos cuando un terremoto golpeó ese cochambroso país. También fue tan rápido como el Correcaminos a la hora de ordenar que la unidad de élite de la Guardia Civil se desplazase a Valencia para detener a los que destrozaron su coche. Nuestras prioridades vitales nos definen como personas. Por ello, el presidente tiene sus prioridades y los españoles las nuestras; la primera es echarlo y la segunda meterlo en la cárcel. Pero rápido y veloz.

Sergio Calle Llorens