No sé qué le
pasa a una persona por la cabeza para comprarse un chihuahua. Tal vez los
seguidores de esta raza sienten que sus vidas no tienen sentido y, voilá;
perrito repugnante a casa. La verdad es que uno contempla a estos animalitos
acercarse con esas ganas de armar gresca y pensar; la madre que los parió. No sólo
es el can más pequeño del mundo sino el más horripilante. Jugando a hacer un
juego comparativo he de añadir, que ya es mucha añadidura, que ni los Gremlins alcanzan ese nivel de
fealdad al contacto con el H2O. Tampoco un guionista de películas de serie B
ha podido crear jamás una cosa tan espeluznante. A mí me parece que el
chihuahua es como si a una comisión de científicos le encargasen la creación de
un hombre bello y sagaz e inventaran a Óscar Puente.
Lo peor de todo es que ya sea un chihuahua o el mismísimo ministro de transporte, hay gente que se ofende cuando uno expresa en voz alta lo pavoroso que resulta la experiencia de cruzarse con estos animalitos. A día de hoy estudios genéticos confirman que el perrito mejicano actual es el resultado actual de un cruce con perros europeos. De la procedencia del ex Alcalde de Valladolid todos son conjeturas, a cual más descabellada.
Debe ser pavoroso montarse en un tren- de esos que el responsable de la cartera de transportes no quiere llevar a Marbella que es la única ciudad de España con más de 150.000 habitantes sin conexión ferroviaria- y encontrarte, y de una única tacada- al señor ministro y al feo chihuahua. Yo creo que si tuviera que enfrentarme a esa experiencia me daría por cerrar los ojos y fingiría estar durmiendo, y si alguien, por aquello de que mi ángel de la guarda estuviera despistado el día en cuestión, tratara de arrancarme de los brazos del falso Morfeo, le recitaría el siguiente verso:
Despertaban con empeño
a un famoso dormilón
y él repetía con ceño
¡dejadme, la vida es sueño
como dijo Calderón!
Sergio Calle Llorens
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