Cuando las
ganas de follar aprietan, los hombres aprietan el paso para no quedarse a solas
con Pam, la chica poco agraciada de Podemos, que no entiende que
la mayoría de las mujeres prefieran la penetración a la autosatisfacción- paja
de toda la vida- Esta mujer, o lo que sea, no ha llegado a comprender que el sexo
en pelotas tiene, como el deporte con bolas, un objetivo claro: meterla
aunque hallemos placer en los preámbulos antes de que el miembro, la pelota
o lo que sea, bese la red o rebote en la pared vaginal. El baloncesto o el
deporte rey son mucho más divertidos, eso nadie puede negarlo, en compañía. Los
vicios solitarios son buenísimos para conocer nuestro cuerpo y dejar correr la
imaginación antes de corrernos. Tirar un tiro libro es divertido, aunque no se
puede comparar hacerlo en una cancha que en el jardín de casa. Tirarse a la
vecina también es mucho mejor que tirarse en la cama a tocarnos. Además, después de la coyunda, que todo hay que decirlo, podemos ducharnos con la vecina y así ahorramos.
A Pam, desgraciadamente, la naturaleza no la
ha dotado de un físico espectacular ni de un cerebro privilegiado. Por ello,
vive pegada a la envidia cochina y camina por la peligrosa senda del
remordimiento. Demasiadas fiestas en las que nadie la sacaba a bailar.
Demasiadas frustraciones vitales. Demasiadas madrugadas cabalgando a lomos
de caballos imaginarios. Una triste historia que la conduce a meterse en la
vida sexual del prójimo. En el fondo sabe que ellas prefieren ser penetradas
por buenos y expertos miembros viriles.
De no ser así, la humanidad se habría extinguido hace tiempo. La ciencia que lo explica se llama biología, aunque lo suyo se cura con mucha psicología. El
pin, pan pún de Pam se explica por su odio al hombre al que considera
enemigo y primer responsable de todas sus taras.
La juventud,
queridas mías, tiene sus locuras, pero con los años el buen amante es capaz de
identificar, y sin mucho esfuerzo, las necesidades sexuales de su pareja. Además,
no todos los hombres somos egoístas en el sexo e, incluso, no hay nada que nos
ponga más que los gemidos y orgasmos de nuestras cuchicuchis. Y nada, ni
mucho menos la masturbación, a menos que sea una práctica mutua, es comparable con
follar apasionadamente.
También con
la edad viene la serenidad de espíritu y despacito todo se hace mejor. Incluso
los recuerdos acuden con calma chica. A veces es la forma caprichosa de una
calita que nos recuerda el cuerpo desnudo de una mujer. Otras es el aroma a
jazmín que proyecta la imagen del primer amor con su dulzura e inocencia. Yo
recuerdo esa mirada que tenía una penetrante sensación de ser colmada en el deseo
voraz y lujurioso de la carne.
Pam no lo sabe, pero hemos amado mucho
y nos han amado más y conocemos, al menos los que crecimos junto a este mar
sabio y antiguo, que el amor es el motor del mundo. Yo lo supe en el instante
en que aquellos ojos verdes clavaron su mirada en mi alma en aquel lejano año
de 1986.
¡Pam, cariño, lo que
te estás perdiendo!
Sergio Calle
Llorens
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