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martes, 1 de noviembre de 2022

ANA MORGADE Y EL PUNTO G

 



Ana Morgarde descubrió el punto G en Pasapalabra, ese espacio que conduce un tipo con la risa más falsa en la historia de la televisión, y todo era felicidad por acertar la canción “Devuélveme a mi chica” en la prueba musical. Fue un orgasmo compartido entre su pubis y el público del programa: saltos, gritos, y movimientos pélvicos. Tras la descarga de energía, la presentadora volvió en sí para criticar la letra del citado tema del grupo Hombres G. Una palabra homófoba por aquí. Una línea machista por allá y el respetable, que nunca se sabe respetar, rompió en aplausos en la caja tonta y Roberto Leal, al soplapollismo más rancio, dio por buena la versión de la pareja de Pablo Martin Jones. No tardó en reaccionar David Summers con una respuesta antológica al programa y a la pésima actriz.


En verdad, no es que las letras del grupo madrileño hayan envejecido mal, sino que Ana tiene el alma vieja y corrompida. Sus palabras conectan estupendamente con el Komintern soviético que prohibía el Rock and Roll por considerarlo un producto decadente de occidente.  La chica del sexto sentido para hacer el ridículo, nadie puede negarlo ya, tiene una vena inquisitorial que se nutre de la sangre de aquellos creadores artísticos que no vivieron los tiempos de Torquemada cuyo blasón llevan con honra los suyos.

Lo peor no es que Morgade hablase de los Hombres G como si fuesen los Sex Pistols, sino que desconoce aquella máxima que anunció Jorge, líder del grupo asturiano Ilegales, en un programa de RTVE: “Señora, si no le gusta mi careto, cambie de canal”. Pero la chica de las gafas dice saber que canciones debemos escuchar y cuales debemos tirar a la basura. Ella no se equivoca nunca y su infalibilidad nos señala el camino de lo políticamente correcto, aunque todo sea como correr maratones con cincuenta castañas.

Me pregunto cuántas canciones de los ochenta serían aceptables a los oídos puros de la Morgade. Probablemente la discografía entera de Siniestro Total sería destruida.  También algunas creaciones de Los Ronaldos serían proscritas. La mataré de Loquillo borrada de la faz de la tierra y hasta alguna tonada de Hilario Camacho. Morgade es insaciable, en el fondo todos los liberticidas lo son, y ya no le basta con pontificarnos sobre lo que debemos comer, decir, pensar o actuar, ahora también quiere imponernos sus delirantes gustos musicales.

 De toda esta polémica, al menos, sacamos algo en claro: Ana Morgade nos ha descubierto su Punto G: el de gilipollas.

Sergio Calle Llorens

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