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lunes, 18 de octubre de 2021

¡CARMEN MOLA!

 


Siempre digo que no puedo, ni vengo a inventar el fuego, pero puedo calentarme con él. Y lo consigo, aunque parezca mentira, con las sombras del crepúsculo y las luces  parpadeantes que se van encendiendo cada noche en la bahía.  Mi única aspiración es andar por la vida sin pisar la cárcel. Sí, ya sé que mirar la mar  como hombre libre puede resultar un premio de consolación, pero para un mediterráneo lo es todo: la voluptuosidad de la luz, la lluvia alcanzando la orilla y el cimbrear de los pinos acunan mi sueño. Mi intención es, naturalmente, vivir alejado del mundanal ruido al tiempo que disfruto de las delicias culinarias locales. Esta noche, sin ir más lejos, degusto unos caracoles producidos por la empresa Axarcol de Benagalbón que acompaño con una cerveza artesanal que se llama Murex. Una obra maestra hecha en Vélez Málaga. Y entre la fascinación que me producen los manjares de mi país, veo que se enciende una lucecita en mi móvil que me avisa de la última polémica: el premio Planeta.

Al parecer, muchas feministas andan alborotadas porque tres autores han ganado el premio más suculento de las letras hispanas, usando un seudónimo de mujer. Lo que nos viene a confirmar que escribir con nombre de señora, lejos de presentar inconveniente alguno, supone muchas ventajas. Y Mary Shelley llora en el cielo porque no se premia el talento sino el himeneo. También es posible que la obra ganadora del Planeta sea una maravilla, pero a nadie se le escapa la estratagema del grupo ganador para que les hicieran caso entre tanta candidata.

Nada despierta más la rabia del emperador que la revelación de su desnudez. Y estos premios van en pelotas como, por cierto, las publicaciones del centro andaluz de las letras. Un chiringuito en el que mujeres publican a otras mujeres por el simple hecho de serlo. No debe sorprendernos, pues, ni el poco éxito que tienen, ni lo poco que tienen que contarnos. Pero en este mundo todo tiene su contrapeso. Y en esta ocasión la historia de Carmen Mola es la igualación perfecta al rostro de cemento armado de muchas escritoras. Y con la birra, el salchichón, los caracoles y esta historia impagable, he estado a punto de atragantarme.

Sergio Calle Llorens


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