Las gaviotas
se han detenido en la arena esperando alguna señal secreta que venga del mar.
Están junto a un montículo donde se encuentran unas barras de madera con unas
cuerdas que hacen de barrera en la playa. Calculo, a ojo de buen mediterráneo,
que el velero que sale de puerto de El Candado tiene una eslora de 26
metros. La embarcación navega en dirección a poniente antes de que el cielo se
cubra de estrellas. Desde la playa de el Dedo se atisba, además de las coquetas
embarcaciones, un horizonte encarnado tras el cual se perfilan las costas de
África. El sol, por su parte, pide su ingreso voluntario en la mar. Poco a poco
el disco amarillo emite su alargada sombra anaranjada y sólo por encima del
astro quedan unas pequeñas nubes en forma de puro. Decido capturar en mi
memoria la lindeza de esta estampa que queda ante mis ojos. Buscando el
adjetivo perfecto me pierdo definitivamente.
Mi ambición
de escritor siempre se topa con mi torpeza. Como no salgo del embrollo
literario y, además, mis escritos tienen algo de partisano, degusto un caldo de
pintarroja. Este manjar me ayuda a
recobrarme del mal rato. Un caldito que, por cierto, se suele servir en
todas las localidades marinas de Málaga. Antaño se preparaba con una base
de ajo, almendra, pan y almejas. La pintarroja, para no iniciados, es un
tiburón que señorea por el Mar de Alborán. Un plato que sólo comían los
marineros y pescadores de la barriada malagueña de El Palo. Después de
la pintarroja acometo una buena copa de vino blanco que acompaño de una lubina
ejemplar y todo, en el restaurante El Tintero donde un músico interpreta
un solo de violín en medio de la quietud de las jábegas varadas en la playa. En
este restaurante tan popular suele haber subasta de platos y, gentes de todo el
mundo acuden a ponerse morado de pescaíto malagueño. Pero yo siempre vengo en
las noches entre semana en las que lo más ruidoso a lo que uno se enfrenta es
el movimiento de los veleros volviendo al Puerto de el Candado. Sí, el velero
sigue su camino y yo sigo con lo mío.
Sergio Calle
Llorens
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