Jaén se ha echado a la calle para
protestar contra la discriminación cuarenta años después. A eso lo llamo yo moverse con rapidez. Un poco
más y esperan a la colonización del planeta rojo para manifestarse. En cualquier caso, la gota que ha colmado el
vaso ha sido la concesión a Córdoba de la base logística de Defensa que, me aseguran, había sido apalabrada a las autoridades jienenses. La ínclita Carmen
Calvo admitió que había pedido al presidente, Pedro Sánchez, que
apostase por su tierra que, al parecer, no incluye a la ciudad que gobierna el
socialista Julio Millán.
Jaén tiene un futuro más negro
que el corazón de Pablo Echenique.
Para más inri, la provincia que limita al norte con Ciudad Real, y al sur con el ridículo, ha perdido el noventa por ciento de
los servicios ferroviarios en los últimos veinticinco años, población y casi no cuenta con autovías. Las buenas perspectivas, como vemos, han desaparecido como las lágrimas en la lluvia.
Creo que
ha quedado demostrado lo que es el PSOE, lo que siempre ha sido el PSOE; una máquina de generar miseria y
paro. Pero esa provincia no es inocente en el más espectacular legado de corrupción que deja la secta del capullo en la historia de España. No es que Jaén tenga problemas, sino que
Jaén es el problema por apoyar el socialismo andaluz en todas y cada una de las
consultas electorales celebradas en esa singular provincia. Para muestra un botón: cuando la Junta de
Andalucía nombró a Bienvenido (nunca un nombre estuvo tan mal puesto) Martínez
como presidente de Santana para reflotar la compañía en abril de
2009, la prensa de Jaén dedicó sus consabidas lisonjas al socialista: “Hombre
de una dilatada carrera profesional”. Dos años más tarde, Santana había
quebrado tras una inversión millonaria en la fábrica de Linares. El asunto
terminó en la imputación de Martínez junto a la de otros cargos socialistas. ¿Y
qué hizo Jaén? Pues volver a votar en masa al PSOE en la siguiente cita electoral. Además, también
premiaron a su hermano en un concurso de carnaval celebrado en su cochambroso
pueblo. ¿Pero cómo se puede ser tan
imbécil?
En verdad, la satisfacción de los tiranos se
basa en la opresión de los tiranizados. Y el partido de Susana Díaz está
muy dichoso con los borregos jienenses.
La autonomía, más que le pese a algunos, ha sido una pesadilla más que
un sueño, y los jirones que aún persisten se encuentran en lugares como Jaén. Provincia que ha demostrado una pasmosa incapacidad para crear algo bello y, a la
vez, inteligente a lo largo de su reciente historia. Al fin y a la postre, el jienense medio
seguirá votando al PSOE, aunque su candidato sea un mono corroncho, la mula
Francis o Paquirrín.
¡Así que
dejen de tocar el pito!
Sergio Calle
Llorens