Ayer vi dos
programas de televisiones españolas, cosa que evito rigurosamente, en los que los tertulianos hacían sesudos análisis
sobre los resultados de las elecciones. Todos pedían la cabeza de Albert Rivera por el mal resultado de
Ciudadanos. Hoy, el líder de la formación naranja se las ha servido en
bandeja. Pero no les basta. Ellos quieren su sangre y, a ser posible, la de
todos los votantes de la formación liberal.
Viéndoles, parecen haberse atiborrado del agua ardiente del hombre blanco
y corren sin freno en luna llena dando dentelladas a su propia sombra, Son los
mismos que callan cuando Inés Arrimadas
es insultada por los del movimiento fascista catalán- el mismo que hará al
líder socialista presidente a pesar del fiasco de haber perdido más de 700.000
votos en un cuarto de hora- porque todo vale contra el que no piensa como ellos.
La rabia de esta gente, también disparada por el aumento en las urnas de VOX, nos convierte en objetivos
prioritarios para ser despedazados.
Sí, Albert Rivera ha dimitido, demostrando
que cuando la nave hace aguas, el capitán es el primero que ha de
sacrificarse por el bien de la tripulación. Será la historia, y no un servidor,
el que juzgue al derrotado. Pero me da en la nariz que el de Barcelona, con el que comparto muchas
querencias, hubiese sido un excelente presidente en el país que, en cada
ocasión histórica, siempre termina gritando el “vivan las caenas”.
Lo grave es que los mal llamados progresistas-
en realidad son retrógrados- seguirán dando lecciones de democracia cuando el PSOE, de mano de su patético
presidente, ha sacado un decreto- ley por el cual podría cerrar cualquier web
que les suponga un problema sin que tenga que decidirlo un juez. De haber sido
otro partido el que hubiera tomado esa medida antidemocrática, esta pandilla de
intolerantes habrían montado manifestaciones en cada esquina. Pero qué esperar de aquellos que potencian un discurso narrativo de la
corrupción patria sin mencionar los ERE
de Andalucía que, por cierto, sigue sin tener sentencia condenatoria por
aquello de que la justicia es independiente, yo soy Batman y el ministerio fiscal no depende del gobierno- Pedro Sánchez Dixit- sino de Robin,
mi compinche.
Sí, Rivera abandona la política, pero
algunos no podemos abandonarnos a la resignación de ser fusilados o condenados
por pensar diferente. Por eso seguiremos
aguantando insultos, amenazas, denuncias y hasta comentarios hirientes en blogs
en loa que nos recuerdan que debemos cumplir las leyes: las mismas que ellos se
pasan por el forro.
Rivera fue un bonito sueño que ha durado lo
mismo que aquella canción de Loquillo y
los Trogloditas, escrita por Sabino
Méndez, que ahora suena en mi jukebox. Un tema que enlaza muy bien con esos
aires de libertad que tienen que ver con ciudades abiertas, cosmopolitas y
liberales que tan mal entiende la jauría de perros del libro de las caras o de
Twitter.
Sí, Albert Rivera, español y catalán, se ha
marchado. Pero al igual que hicimos caer el muro de Berlín, haremos caer su prisión de ladrillos totalitarios adonde
quieren encerrarnos. Después de todo
somos más listos y estamos mejor preparados.
¡Por la libertad!
¡Moltes
gracies amic!
*Entrada escrita el día después de la dimisión del señor Rivera. Un artículo que, hasta hoy, no me había atrevido a publicar.
*Entrada escrita el día después de la dimisión del señor Rivera. Un artículo que, hasta hoy, no me había atrevido a publicar.
Sergio Calle
Llorens