Jugar la Liga
Adelante es, a pesar de su rimbombante título, un paso atrás. Eso no resta
felicidad a los malaguistas de todo el mundo, encantados de ver al club de nuestros amores liderando la
Segunda División que, para muchos, es la mejor del viejo continente. No
obstante, al equipo que dirige Muñiz se
le achaca que nunca domina la posesión de la pelota lo que, bien mirado, es cierto. Incluso
el Córdoba C.F- probablemente el
peor equipo de la competición en estos momentos- controló ese apartado del juego pero
terminó llevándose una goleada en su última visita a la Rosaleda.
Los más jóvenes ya no
se acordarán pero hubo un tiempo,
probablemente mucho más triste, en el que se jugaba al balompié con tres
centrales- a uno de ellos le llamaban líbero- dos carrileros y un medio defensivo. Entonces llegó Johan Cruyff y lo cambió todo demostrando que el arte no está
reñido con la eficacia. Su apuesta fue jugar con tres defensas, cuatro
centrocampistas y dos extremos muy abiertos. Era, y creo que todavía lo sigue siendo, el
modelo Barça que luego perfeccionó Guardiola y que para muchos, entre los
que me incluyo, debe ser la única salida en tiempos de crisis. Aquel modelo, la
envidia de todo el planeta futbolístico, hizo campeonar a la selección española y al F.C Barcelona. La roja fue la primera en encadenar de una misma tacada, y por este orden, Eurocopa, Mundial, Eurocopa. Y el Barça
es el único club del mundo que ha ganado dos tripletes en la historia.
Para un aficionado al deporte rey no totalmente cretinizado
por la prensa de la Capital del Reino, la posesión es crucial para ganar
partidos. Pero no entienden que el rondo es la biblia del juego de posesión
cuyo objetivo es el de descolocar al
rival para cansarlo y meterle, indefectiblemente, más goles. Dicho de otra
manera, de nada sirve tener la pelota todo el tiempo en tu propio campo, o
echar balones atrás constantemente como
si fueras el mediocre Real Jaén.
El Málaga C.F también sueña con la posesión como McArthur con las Filipinas pero, faltaría más, el sueño se hace realidad en
campo contrario para hacer daño a los rivales y ganar los partidos. Los blanquiazules funcionan como un reloj
suizo en el que cambian las piezas pero no el mecanismo letal de disponer del
esférico en el espacio justo. Como el norteamericano desembarcando en Leyte, los malaguistas también volveremos a pisar la “tierra
prometida” bajo el mando del Capitán
Muñiz. Su apuesta es la correcta.
La posesión mal entendida me recuerda aquella frase de Moliére: “¿Qué verdad es esta, que encierran estas montañas y se convierten en
mentira en el mundo exterior?” Y es que es una patraña que el dominio
constante de la pelota lleve a la victoria. Una obsesión que tiene un peso de
gravitación sentimental por un pretérito lleno de gloria. Todos estos contadores de nubes deberían dejar
paso a un análisis más profundo del juego. Tal vez así entenderían que la
posesión eficaz de la pelota es la llave que abre todas las puertas rivales. Y en acabando este artículo me percato de que
muchos comienzan a cerrarme las suyas por los que aquí les dejo escrito. Después de todo, el fútbol va, como todo lo
demás, de tener la posesión de la verdad que es un balón al que todos queremos
dominar.
Sergio Calle Llorens
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