Recuerdo como una neblina malva trepaba por las calles de Dublín el día en el que fui a ver la que entonces era la última película de Alan Parker; The commitments. Una historia basada en
la novela homónima de Robert Doyle.
Si el libro es un regalo, la cinta deja, además de frases impagables para la
posteridad como “los irlandeses son los
negros de Europa, los dublineses son los negros de Irlanda y los de Dublín norte
son los negros de Dublín”, una brillante banda sonora que me lleva endulzando
la vida desde aquella lejana década de los noventa.
La historia narra los intentos de un energético joven, Jimmy Rabbitte, para crear una banda de
Soul con interpretaciones de artistas de la talla de James Brown, Wilson Pickett y Ottis Redding. Con esta idea en
mente, el protagonista decide colocar un anuncio en el periódico buscando músicos. Lo que encuentra es un brebaje explosivo en el que destaca la voz
angelical de Andrew Srong y el coro
de chicas del que emana sensualidad a rauadales. Con estos mimbres, el regidor es capaz de darnos un paseo por el
lado optimista de la supervivencia. El filme, por tanto, es un viaje de ida a la alegría que nos hace recordar que por muy
fuerte que arrecie la tormenta, la vida hay que bebérsela a tragos hasta que no
quede nada en la botella. Puro Soul en
la vieja isla verde.
The commitments no
es solo un trabajo sobre el auge y la caída de una banda de música negra
compuesta por gente de la clase trabajadora, sino la lucha de todos sus componentes
por alcanzar la excelencia. La batalla por no vender el alma al diablo que,
como saben mis lectores, se disfraza de las maneras más increíbles. El combate
por no renunciar a la esencia pura que emana del corazón. Una narración sonora
que de alguna manera enlaza con la arcadia feliz de John Ford en el Hombre Tranquilo.
Curiosamente, casi ninguno de los actores-artistas de la
película ha llegado a triunfar del todo fuera del metraje- 118 minutos-
orquestado y dirigido por Alan Parker.
Un hecho que bien pensando nos debe llegar a la conclusión siguiente; el éxito y el fracaso, como la
vida y la muerte, son dos caras de la misma moneda. Sin pena- Blues- no puede haber alma- Soul.
Verdad que solo pueden alcanzar aquellos que tienen esa chispa de la vida llamada Swing.
The Commitments,
sin duda, es una chispa vital para las jornadas en las que los humanos sentimos
el miedo al abismo que, desde Atapuerca hasta
hoy, nos atrapa en la oscuridad de nuestras cuevas. Otrora era el sonido de un
tam-tam y en la actualidad una bella señorita que nos seduce cantando; “I can`t
stand the rain agaisnt my window”, bringing back sweet memories. Partituras que sentimos como la esperanza que nunca debemos perder.
¡ No tengan miedo!
Sergio Calle Llorens
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