Siempre que escucho al hombre del tiempo decir que las
temperaturas bailarán entre tal y cual grados, me imagino al viento de
levante gambetear con el de poniente. Al menos aquí, a esta orilla del
mediterráneo donde las brisas marcan
tanto el devenir del clima. Supongo que danzar junto a una pareja es un acto de
belleza donde uno dirige y el otro se deja llevar. Mi problema, si es que puede
expresarse así, es que prefiero el baile en solitario. Especialmente tras los bailoteos del año pasado con los compañeros de
página del diario digital El Demócrata liberal. Personas con las que solo
me unía el deseo de acabar con el gobierno corrupto de la Junta de Andalucía. Empero, no me van las danzas tribales que
tan bien resuenan en algunas junglas.
Afortunadamente he tenido la ocasión durante las
coreografías de conocer a un par de personas que han demostrado, además de sus
peculiares pasos a la hora de mover el esqueleto, que merecen muchísimo la
pena. Me estoy refiriendo claro está a Paco
Romero y a Cornelia Cinna a los
que deseo la mejor de las suertes porque, sin duda, la meritan.
Dejo atrás una coreografía llena de embrollos y polémicas
porque, después de todo, mis artículos-para qué negarlo- han sido de los más comentados y visitados. Algo esencial para
cualquier medio que se precie. Algo habitual desde que empecé a escribir párrafos
sueltos para los Diarios. El problema,
ya les digo, ha sido la falta de empatía con alguien nacido fuera de sus
límites mentales. Especialmente con esa Divina
Higea cuyos artículos demuestran la necesidad de visitar a un psiquiatra, y
con urgencia. Una nulidad, desde todos los puntos de vista, que reúne todos los
vicios que detesto en una bruja que me hace recordar aquello de;
“Any de pluges, fora
bruixes”.
Por tanto, quiero comunicarles que no volveré a bailar con
esos ex compañeros por decisión propia. Me voy, como dijo Adolfo Suárez, sin que nadie me lo haya pedido pero, sin duda, mi
marcha era necesaria. Pronto comenzaré un nuevo baile en otra publicación con
cuyos directores solo mantendré una relación epistolar. Asimismo también podrán
seguir mis pasos de claqué en estas páginas.
Lamento haber perdido un año de mi vida en un proyecto en el
que se han sentido más molestos mis ex colegas que los corruptos de la taifa
del sur contra los que escribía. No entendieron que yo no era el enemigo pero
odiaban, y lo siguen haciendo, mis arrestos porque, como digo siempre, el
miedo llama a mi puerta pero nunca encuentra a nadie A un servidor el fin del
mundo me pillará bailando o con una espada en la mano.
¡Hasta siempre!
Sergio Calle Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario