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domingo, 15 de noviembre de 2015

UNA CALLE DE PARIS

Una calle de Paris, como dice la canción, me recuerda todo aquello que no fui. El amor de una mujer, una ruptura traumática-para ella- y el mismo sentimiento de liberación que experimentaron los parisinos cuando los nazis fueron expulsados por los aliados. Y ver a la ciudad de las luces convertida en una urbe fosca y asustadiza es un pecado mortal que no se puede pasar por alto. Es hora, ya va quedando menos, de golpear al enemigo donde más les duele.  Es el momento de los valientes.

Es una pena, en cualquier caso, que Pablito Iglesias no hubiera vivido en la Europa de Hitler para que su “Consejo por la paz” le hubiese quitado las ganas a Adolfo de conquistar Polonia. Incluso, fíjate tú, el de Vallecas habría parado la persecución del Holocausto en una par de conversaciones- con la ayuda de García Ferreras supongo. Y nosotros con estos pelos y sin enterarnos.

La izquierda radical lo tiene claro si repasamos los mensajes de sus gurús en las redes sociales-no todos los que tienen twitter son unos tarados pero todos los tarados son en twitter-  la culpa de los ataques terroristas en Francia, o en cualquier rincón de la vieja Europa, es de; Los Estados Unidos, Israel, el machismo de los hombres y la guerra de Siria. Cualquier cosa antes de culpar a los islámicos con sus barbas largas y su código penal que lapida a las adulteras y cuelga a los homosexuales. Nada de Catar, menos de Arabia Saudí. Todo, absolutamente todo, es responsabilidad del pérfido occidente al que acuden, y en masa, los miles de refugiados que huyen de las primaveras árabes, que más bien debieran llamarse inviernos.

Una calle de Paris, sí, por supuesto, me recuerda todo lo que no fui; cobarde, papanatas, descerebrado y entregado a aquellos que quieren destruir nuestro más preciado bien; la libertad por la que se debe, como nos advertía el buen Quijote, aventurar la vida.  Una calle de París en la que no he visto, como ya antes pasó en Madrid o Londres, ninguna manifestación multitudinaria de musulmanes en contra de la masacre.  En Barcelona sí la hubo, para pedir la independencia de esa parte de la nación que siempre ha sido España. Las cosas claras y el chocolate espeso.

Estamos en guerra, y el conflicto va para largo, contra aquellos que se ofenden hasta por la visión de un Portal de Belén.  Es la guerra santa pero les juro por mi santa madre que esos follaburras no se van a salir con la suya. Una calle de París nos marca el camino. Cantemos la Marsellesa para que, como en la película Casablanca, los bárbaros callen.

Coda; Vencimos a los nazis, a los comunistas y también, tengan fe, haremos lo propio con los islamistas.


Sergio Calle Llorens

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