La Capital
de la Costa del Sol tiene dos lugares mágicos que no pertenecen a la ciudad.
Uno de ellos es el Cementerio inglés cuya titularidad ostenta el Consulado
británico. El enclave, que lo sepan todos, es el único camposanto de España en el centro de una gran
urbe española que no es católico. Allí guardan descanso eterno desde náufragos
tudescos hasta combatientes de la segunda guerra mundial. Incluso genios como
Jorge Guillén y liberales como Robert Boydd están enterrados en la necrópolis . El segundo rincón es la cripta
bajo el obelisco de la Plaza de la Merced donde reposan los camaradas liberales
de Boydd. Esos que junto a Torrijos fueron fusilados con las primeras luces del
alba en una playa malagueña. Un lugar que pertenece, aunque lo desconozca la
mayoría, a Francia por aquello de que
los nuestros temían que una vez hubieran vuelto los enemigos de la libertad, los
cadáveres fuesen violentados. En esa misma plaza nació Picasso y allí, fue
donde los totalitarios de Podemos dieron su mitin de ayer en Málaga.
Escuché a
ese gentío bolivariano junto a la basílica de la Victoria, en pleno corazón del
barrio donde la Reina Isabel la católica plantó su campamento de guerra. Desde
allí bajé la calle hasta la coqueta ermita de San Lázaro pasando al lado de la
preciosa calle agua y, justo al entrar a la plaza me los encontré de lleno. No eran
demasiados pero, sin duda, suficientes para montar un estropicio nacional.
Desconocían, porque casi no saben nada, que bajo sus pies se hallaban los
huesos de unos héroes nacionales que dieron lo más sagrado que tiene el ser
humano; la vida, y todo por la libertad. Ya ha llovido mucho desde aquel lejano 11 de
diciembre de 1831 pero el sueño liberal sigue en pie. Ese anhelo que es un
grito desgarrado para que todos los españoles seamos, pero de verdad, iguales
ante la ley.
Hablaba Pablo Iglesias y sus palabras parecían
puñales dirigidos a los adversarios políticos. Alzaba la voz como elevó su mano
en el parlamento europeo para defender los crímenes del régimen del estúpido de
Maduro. Sorprendentemente, no hallé ningún entusiasmo desmedido entre las bases
del movimiento bolivariano. Escuché susurros quejándose de cómo Pablito impone
su criterio a su gente y, ni siquiera es capaz de aceptar una sola propuesta del sector crítico. Lanzó su discurso Iglesias y no aplaudió
Vargas, el candidato no oficialista de la formación de la ultraizquierda.
Contraatacó Vargas, y no movió un músculo el hijo del terrorista. Dejé de
escucharles para concentrar mis cinco sentidos en el imponente obelisco con los
nombres de mis valientes caídos por una traición. El pedestal de base cuadrada
que lo sostiene parecía estar incómodo, no era para menos, por la presencia de aquellos que odian la libertad con mayúsculas. La pirámide decorada con una serie de coronas de bronce en forma
de laurel en honor a las cuarenta y nueve víctimas del suceso. Esas que
murieron demasiado pronto y que, junto a la burguesía malagueña de origen
extranjero, trajeron el liberalismo a estas tierras. Sentí en lo más profundo
de mi corazón que esa gente estaba violentando la memoria de Torrijos, Boydd y
los suyos. Alcé la mirada para toparme con el mismo cielo que los vio morir y,
al bajarla leí esta leyenda:
-A la vista
de este ejemplo,
Ciudadanos.
Antes morir
que consentir
Tiranos.
Espero que
Dios me de fuerzas para seguir combatiendo a las fuerzas del mal hasta el
final. Mientras tanto, aguardo a que el ayuntamiento de Málaga haya iniciado
ya las tareas de desinfección tras la visita de la gente de Podemos al rincón más liberal de la provincia donde, por cierto, hasta los Reyes de España han de colocar en sus visitas a la urbe una corona de flores en respeto por su memoria. Esa que ayer fue violada por aquellos incapaces de condenar el asesinato de un chico venezolano de quince primaveras.
Sergio Calle
Llorens
No descartemos que al final Ciudadanos acabe desbancando a Podemos de las encuestas; de momento, a tiro los tienen; en fin, a ver si aparece, por fin, un partido liberal de verdad y no la mierda actual.
ResponderEliminarYo no me creo ninguna encuesta; veremos.
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