En España hemos terminado aceptando pulpo como animal de compañía y de ahí vienen todos nuestros males. Las Fuerzas Armadas deben de ser una ONG que rescata a mujeres indefensas y acaricia a los niños. Todo de muy buen rollo, con esos submarinos que sirven, según la propaganda oficial, para salvar los crustáceos marinos. No es culpa del gobierno sino de la infinita estupidez del pueblo español.
Ese Presidente canario diciendo que el petróleo descubierto por Marruecos no le preocupa, sino el que descubra España. A papanatas, como podemos ver, no le gana ni el hijo de la Pantoja. Esa Andalucía oficial, y oficialista, que echa tras pedir más paré a la productora de Juegos de Tronos. Ésta, harta de las prácticas corruptas de los dirigentes bananeros andaluces, se van con la musica a otra parte.
Almodovar pidiendo cortarle el cuello a Rato no supone ninguna novedad. Al contrario, porque ya hace mucho tiempo que venimos asistiendo a este farsa en el que el Director de Pepi Luci y Bom sólo se ofende cuando la corrupción es de la derecha. En esta ocasión, incluso ha pasado por alto los de IU, sindicalistas y socialistas que estaban en Bankia.
Que Évole y compañía sean los referentes televisivos de esta España de hoy, dice mucho de nosotros. Y todo malo, malísimo, perverso. Como ese PSC que deja sus sedes para hacer la farsa de encuesta del 9N. Como ese Sánchez profundizando en la España Federal que dejaría a los sureños mucho más pobres y más indefensos. Como esa Susana Díaz indignada porque un testigo clave en el caso de los Cursos de Formación apunta a una financiación ilegal del partido. Ya ven, a la trianera le parece algo delirante dudar de los responsables de los ERE, de Filesa, de los robos a los huérfanos de la Guardia Civil. En fin, es que todos somos unos fachas que no entendemos de leyes. Pasen por la hemerotecas del diario El País para comprobar que la responsable de todo es la mismísima Juez Alaya a la que, cuesta creerlo, sólo le falta que los del Grupo Prisa le deseen un cáncer.
El juego de Tronos de España es un juego de truenos parido de la casa de una pandilla de tarados profundos. Bien lo saben todos aquellos que pasan por nuestras fronteras para hacer negocios y se pierden, en leyes confusas, en triples tasas a cual más incomprensible. Se van porque están hartos de un circo en el que los únicos que pedimos igualdad para todos los españoles y volver, si todavía se puede, por la senda de la cordura, aparecemos como una pandilla de facciosos a los que hay que eliminar en las cunetas que ya prepara Podemos.
Sergio Calle Llorens
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