El pasado sábado presenté mi novela “Memorias de un Prepucio
Colorado” a dos cañas de mi sagrado mediterráneo, en el precioso barrio
marinero de Pedregalejo. No sabría decir la causa pero, sorprendentemente, sabía
que iba a ser un éxito de ventas y de público. Allí acudieron amigos de toda la
vida, familiares y seguidores que querían conocer más sobre la obra. Un libro
que es una oda a Málaga y a su mar. Un recorrido por un erotismo sutil y
variado Un viaje iniciático que me lleva por todo el mundo hasta que vuelvo a
la patria chica. Un homenaje a todos aquellos que, de alguna manera,
compartieron vivencias en el pasado con un servidor. Una manera, supongo, de
traer de vuelta a los que se convirtieron en sombras. Creo que el resultado es para
estar orgulloso porque, en verdad, mi intención siempre ha sido que ellos vivan
para siempre en esas páginas.
Sin embargo el libro también es una actitud hacia la felicidad que, como saben, es un estado de ánimo. Y la vida es un 10% lo que nos pasa y un 90% como reaccionamos a ese pequeño porcentaje. En
realidad, la obra es un tratado de esperanza a través de mis aventuras vitales. Yo,
sencillamente, tomé la decisión de que quería ser feliz y, juro que lo he logrado razonablemente. Decía Abraham Lincoln que no son los años de tu
vida sino la vida en tus años. Y de eso se trata amigos; de ponerle vida y pasión
a todo aquello que hacemos para alcanzar la gloria.
Por eso si usted es una persona que tiene sueños, no lo
dude, persígalos hasta alcanzarlos. No haga caso de aquellos cretinos que,
probablemente por miedo, intenten persuadirle de lo contrario. Todavía conservo
en la memoria a aquellos que trataron de ridiculizar mi idea de hacerme
escritor. Y miren la carita de envidia que se les ha quedado. Creer es la
esencia más poderosa de la fuerza emocional. Da igual que piensen aquellos que odian
tanto. Lo importante es la fe en nuestras posibilidades. El miedo es una
muralla que separa lo que somos de lo que realmente podríamos ser. Yo hace
mucho tiempo que dejé atrás ese sentimiento. Les invito a hacer lo mismo.
Como les decía, algunos
de los personajes de la novela me hicieron compañía el pasado sábado. Muchachos
con los que compartí experiencias que hoy son difíciles de creer. Gentes que querían comerse el mundo y, se lo terminaron comiendo; algunos son hoy músicos en
bandas de Rock, otros abogados de prestigiosas firmas e, incluso, Luthiers. Gracias
a todos por no haber olvidado los lazos de amistad fraternal que nos unen. Ese
hilo invisible que nos conectará para siempre a través de las páginas de
Memorias de un Prepucio Colorado. Mi más sincero agradecimiento a todos.
Sergio Calle Llorens
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