La mediocridad misma es la negación del sentido del ridículo
y, para toparse con ella, no hace falta más que abrir las páginas de cualquier
diario. Los andaluces, por poner un ejemplo lleno de patetismo, piensan que
utilizar las piernas para caminar es un acto excepcional reservado a su raza de
primates. Sin embargo, no andan, sino que van arrastrándose como cucarachas por
el suelo. Tienen tanto miedo de mirar hacia arriba, que siguen marcando el paso
al son de las políticas infectadas de gonorrea del bipartito. Lo grave es que
cuando alguien como Cristina Tarrega les pone delante de un espejo, se enfadan
al verse reflejados cuan palurdos cualquiera. En realidad, la valenciana no
dijo nada que fuera mentira por más que se hayan molestado en la taifa del sur.
En mi opinión, se quedó corta. Lo único que se le puede echar en cara es no
haber mencionado la cantidad de problemas que azota a la comunidad corrupta de
Valencia, con su PP a la cabeza.
Otro episodio lleno de mediocridad es el del PSOE
preguntando en el congreso de los Diputados como afecta la ley de Costas a
Guadalajara. Parece que ningún socialista se dio cuenta del hecho fundamental
Guadalajara está a más de 300 kilómetros del mar. Pero bueno, si en
Sevilla son capaces de decir que el pescado de Triana viene de sus playas, yo
estoy dispuesto a aceptar pulpo como animal de compañía.
En Cataluña, CIU pedía ayuda a la Unión Europea para que “la
bandera Franquista “de San Andrés que todavía portan algunas unidades de
nuestro ejército fuese retirada. Tampoco advirtieron los catalanistas que
estamos ante una bandera que viene del tiempo de los Reyes Católicos de la mano
de Felipe Hermoso. Y es que la
Cruz de Borgoña es un símbolo patrio muy vinculado a nuestra
historia. Por cierto, en el Castillo de San Agustín de La Florida sigue ondeando en
honor a la herencia española. Chúpate esa Arturito Mas.
Como IU no deja que nadie la supere en ridículos, el
diputado Centella acaba de declarar que su formación se sienta especialmente
espiada por los americanos. Por supuesto, todos sabemos el gran interés que
tiene Obama por conocer de primera mano las asambleas de la cantera de Hugo
Chaves en España. Y es que el circo de payasos sin frontera hace estallar en
carcajadas hasta al granjero de Wisconsin.
No cabe un tonto más. No hay espacio para palurdo alguno.
Están todos aquí copando todos los sectores de la vida política, social y
cultural española. A veces, arriba algún cretino con un nuevo proyecto para
salvarnos y, faltaría más, es aceptado por la masa estúpida y vociferante que
nos domina. No nos puede extrañar que se haga un arte por debajo de Altamira,
una política del nivelito de la I
república, un cine donde no hablan sino que farfullan, y un periodismo de
trinchera. Ante el panorama, lo único que se me ocurre es escapar en compañía
de una dama del norte y susurrarle al oído, por si cuela; mi dinero es de los
políticos españoles, mis ojos son de mi padre, las orejas de mi madre y el
resto, uh cariño, el resto es todo tuyo. Cualquier cosa con tal de escapar de
esta pandilla de hispanos.
Sergio Calle Llorens
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