La nueva sede de Tuenti rompe los moldes de la
oficina tradicional y, eso, al parecer, ha provocado una ola de admiración por
toda España. Las imágenes de un espacio laboral donde abundan los futbolines,
sofás, videojuegos, instrumentos musicales ha acaparado la atención de nuestros
nacionales. No les culpo.
El problema es que la admiración surge porque
el empresario español está acostumbrado a organizar la oficina teniendo en
mente la imagen del campo de concentración de Auschwitz. Cada nimio detalle
esta concebido para la tortura del trabajador. Desde el trato hasta las horas laborales. En cambio,
las empresas norteamericanas de internet llevan años aplicando una política de
contentar a su gente con innumerables atractivos. La idea es que el trato sea
exquisito entre los jefes y los empleados. Éstos últimos, por cierto, se
organizan su propio horario de trabajo pensando en la productividad y nunca en
el estar por estar. Masajes a los empleados, un ambiente cordial y festivo que
huye del alma de la empresa española; la inquisición.
El trabajador español que ha visto las
imágenes de Tuenti ha entrado en trance. Parece que hubiera viajado al futuro
pero, simplemente, está siendo testigo de un mundo desconocido y fascinante, el
de los empresarios jóvenes con ideas del siglo XXI. Esos que no quieren, ni por
asomo, que sus empleados se vayan a trabajar a la competencia. Es un tipo
ciertamente curioso porque huye del mamoneo de ascender al personal en relación
a lo bien o mal que se lleve con su persona. Algo que desconoce, y por
completo, el empresario malencarado que se dedica a los seguros o a la
construcción. Gentuza, hablando en plata, que tiene ese tono condescendiente y
perdonavidas cuando explota al personal o lo manda a la cola del paro.
Mierdecillas que después de un día fuera, llega a última hora y decide que es
el momento de que todos hagan el trabajo en ese preciso instante. Yo mismo, he
sido víctima de Escuelas de Idiomas que tras tratarme peor que un perro, ponían
el grito en el cielo al ver como les abandonaba hartos de su miseria moral.
La sede de Tuenti representa lo que la España laboral debería
aspirar, el bienestar de sus trabajadores, porque sólo cuando los empleados
están a gusto rinden al máximo exigido y, las empresas tienen innumerables
beneficios. A más seguridad, mayor compromiso. A más ventajas, menos
posibilidad de abandonar el barco. Tuenti, en definitiva, es una música de
violín que acaricia profusamente los oídos de los trabajadores. Una visión
celestial del mundo que anhelamos.
Sergio Calle Llorens
Buenísimo artículo Sergio calle llorens. Quiero hacer mías tus palabras sobre los empresarios y demás. Escribes muy bien.
ResponderEliminarLOLA PADILLA
Sin duda tienes una mente preclara y escribes con un estilo prodigioso. La única cosa que me gustaría discrepar es de tu odio por el Real Madrid.
ResponderEliminarMadrileña.