Todo buen periodista andaluz tendría que haber soñado con
interpretar a ese periodista británico que hizo confesar al tramposo de Nixon
por el caso Watergate allá por el año 1977. Sin embargo, sacar una confesión al
muñidor de las jubilaciones fraudulentas nunca tuvo lugar en estas tierras. De
haberse producido, habría comenzado con cuestiones relacionadas con la vida
familiar de los Chaves en su Ceuta natal. Algo de sentimentalismo por aquí y unas píldoras doradas por allá
Entonces cuando el presidente que iba a dejar de serlo, hubiese estado lo suficientemente
confiado, el avezado periodista se habría lanzado al cuello del entrevistado.
Sin prisas, sin pausas y, por supuesto, sin soltar a su presa hasta que hubiera
cantado, o hubiese perdido los nervios. En el tete a tete, el periodista con
mayúsculas habría preguntado acerca de los ERE y la permanente obstrucción a la
justicia del ejecutivo de Griñán que se negó a entregar las 480 actas de los
Consejos de Gobierno a partir de 2001 que requería la juez Alaya. Tampoco
habría pasado por alto los cerca de 150.000 folios repetidos que si entregaron
para confundir a la hispalense. Sin éxito, por cierto.
Imaginar esa entrevista que nunca tuvo lugar viene a confirmarnos las razones por las que Andalucía es hoy un territorio cuya divisa es la corrupción a gran escala. Con lo fácil que hubiera sido preguntar por los créditos que Caja Jerez le perdonó por la cara tan dura que tiene. Con lo sencillo que hubiese sido sacarle los colores con el nepotismo que Chaves practicó aprobando presupuestos que luego se repartían sus hermanos en el caso de Climo Cubierta. Ya saben, uno adjudicaba obras como Director General y otro hermanito cobraba como empresario. Por no hablar de las comisiones millonarias que se metía en la cartera su hijo por hacer de intermediario en
Pero la entrevista no pudo ser porque en su defecto tuvimos
a Tom Benítez usando la primera persona del plural; “Señor Chaves, en peores
situaciones nos hemos visto”. Una frase con la que unía su destino profesional
al Virrey de la taifa del sur y, al mismo tiempo, nos recordaba que el
periodismo es independiente o una farsa completa. Como Andalucía con sus
políticas de empleo y sus quinientas modernizaciones sacadas de la cabeza de
Gaspar Zarrías. Se puede decir que
montaron sobre la cloaca andaluza sus endebles y míseras convicciones en las
que se apoyan para asaltar la caja. Para lograrlo, contaron con el silencio
cómplice de la prensa del régimen a sabiendas que a medida de que El Mundo
sacara titulares sobre la corrupción, más dinero recibirían esos medios de la Junta por silenciar esa
corrupción, como muy bien destacaba recientemente el director de ese diario en
su edición andaluza.
Sergio Calle Llorens
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