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lunes, 8 de julio de 2013

EL AVIÓN DE EVO

 Es evidente que el presidente bolivariano tiene razones fundadas para estar enfadado con el episodio del avión. Pensaba equivocadamente que era alguien importante en el mundo, pero fuera del altiplano, Evo Morales, sencillamente, no es nadie. Bastó un rumor de que el filtrador Snowden estaba dentro de su aeroplano, para que Austria, Francia y Portugal denegaran usar su espacio aéreo. Los austriacos llegaron más lejos secuestrando al presidente boliviano durante más de 13 horas. Tuvo que ser la madrastra España la que, tras asegurarse que el espía norteamericano no viajaba en el avión presidencial, autorizara un reportaje en las Islas Canarias españolas. Antes se le advirtió de que si es el hombre más buscado por Obama aparecía en su compañía, la mismísima Guardia Civil les impediría poner pie en suelo español.

Pero el cabreo de Morales sólo puede llevarnos a la carcajada más absoluta. También los insultos de Maduro al llamar indigno a Rajoy. Éste tipejo que, cuando no habla con los pájaros, apaña elecciones. Bolivia es un país de risa que no puede darnos lecciones de democracia pues en esa cochambrosa nación suelen propinar palizas a los contrarios al gobierno de Evo. Entiendo, como digo, que se enfade al percatarse que nadie puede tomar en serio a un país donde a los violadores se les entierra vivos con sus víctimas. Debe entender que Bolivia, al igual que Nicaragua o Ecuador, es el tercer mundo. Siglos después de su independencia que han servido para demostrar que tras la separación de España, han hecho oposiciones para liderar “Payasos sin Fronteras”. Como ocurre en la Argentina con su peronismo atrasado y feroz de la señora Fernández. La argentina es capítulo aparte. Sus decisiones las marcan sus ataques de fiebre uterina con jóvenes que un día aprueban expropiaciones y, otro, ya más calmada, se dedica a perseguir al primer ministro británico con un documento para reivindicar las Malvinas.


El eje bolivariano se puede poner como quiera. En su derecho está. Puede, si le parece, montar su circo habitual y hablar de la dignidad de los pueblos cuando, como sabemos, es un concepto que no se domina en muchas partes de Sudamérica. A lo único que llegará es a amagar algunas decisiones contra los países de la UE pero todo quedará en nada. Humo y nada más. Para Europa y el mundo civilizado pueden seguir haciendo el indio hasta el final de sus días. Continuarán siendo renacuajos que nunca llegarán a sapos. Y así, claro, la princesa del cuento no podrá darles el beso que les saque de su patetismo encantado. Como diría Maradona; “Qué la chupen, que la sigan chupando”. 

Sergio Calle Llorens

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