El astro ascendente de la izquierda es Alberto Garzón. Un
tipo joven y apuesto que repite como un papagayo las consignas rojas del siglo
XIX. Defiende la democracia pero siempre que esté en consonancia con la
dictadura castrista. Quiere poder para el pueblo, si éste comparte la ideología
bermeja. Aboga por el antimilitarismo, pero sólo si las armas las tienes los
otros, que de las de Corea del Norte no dice ni Mu.
El malagueño parece una monja de clausura que no sabe que
ocurre fuera de los muros de su convento comunista. De verbosidad inextricable
acude a los debates sintiéndose la estrella del momento. Se ha inflado de tal
manera que las calles de la capital del Reino no son suficientemente anchas
para dejarle pasar. Su aspecto juvenil le da un aire de inofensivo. Su sonrisa
derrite la entrepierna de señoras y señoritas. Pero cuanta más inocencia parece
tener su presencia, más pueril es su entramada y más peligroso lo hace. Como
buen comunista ha tenido, a lo largo de los años, incontables iniciativas que
siempre han terminado en fracaso. Igual que les ocurrió a sus mayores, por
cierto. Su problema es la hinchazón de la sensibilidad ideológica que no le
deja pensar claramente.
Sus ideas le vienen por la herencia recibida de gente de
maneras dogmáticas, esquemáticas y fanatizadas. Fracasaron antes del muro, y
fracasarán sin muro. Ya no hay nadie que quiera vivir tras un telón de acero.
Os derrotamos entonces, y os volveremos a derrotar en el futuro, porque
sencillamente al campo no se le pueden poner puertas y, a la mar, esa que
también tú conoces, no se la puede encerrar en una pecera.
Sergio Calle Llorens
Creo que te equivocas, no en todo, pero alguna puerta hay que poner al campo y a la mar, si no queremos que haya una mayor dictadura del dinero digital de la que sufrimos hoy. Los extremos no son buenos. El sistema de Alberto no es el que falla, sino que falla el hombre, que no sabe autoponerse puertas y se las tienen que poner otros y claro, las ponen donde y como quieren. Saludos.
ResponderEliminarBueno soy liberal, y por tal entiéndase alguien que piensa que el contrario puede llevar razón y ser uno el equivocado. Lógicamente quiero añadir que el sistema de Alberto es un peligro para la libertad con mayúsculas y, por tanto, para el progreso de la humanidad. Saludos
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