¡EL PACTO POR ANDALUCÍA!

Como ya saben, el tamaño no importa. Eso no quiere decir que yo la tenga pequeña. Miren, como ejemplo ilustrativo, el mirlón de Manuel Chaves de donde jamás salió idea brillante alguna. De la cabeza de su sucesor en el cargo, Pepe Griñán, tampoco. Ahora, sin que nadie se lo hubiera pedido, nos sale con una propuesta federal para España. Ya ven, el paro, las listas de espera en los hospitales, el abandono escolar, la corrupción socialista y la idiocia de canal sur, se arreglan con un pacto federal. ¡Y nosotros sin enterarnos de cómo dejar atrás el guirigay, que, por cierto, no es un extranjero marica!

El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo. A partir de ahí, se puede llegar a terminar con él. Sin embargo, los socialistas andaluces llevan años echando las culpas a todo Cristo; desde Franco hasta los chinos. Eso sí, jamás han tenido bemoles de salir a la luz pública a declarar como su majestad el Rey; “Lo siento, nos hemos equivocado”. Empero, la estrategia socialista es siempre la misma cuando algo no funciona. Quiero decir que convocan a la prensa amiga con palabras grandilocuentes. Que los andaluces no leen ni el prospecto de la medicina, pues se hace el pacto del libro. Que hay un 30% de paro, ya saben, el pacto por el empleo. Siempre hay un pacto que funciona, al parecer, para que unos listos se lleven millones por la cara. Véase los cursos para parados organizados por los mismos que jamás crearon un puesto de trabajo que no fuera para familiares.

Con la propuesta federal, el hijo del escolta de Franco demuestra que es un tonto de capirote y, con los años de práctica se ha perfeccionado. Además, habría que preguntarle para qué un pacto cuando se gobierna en mayoría, aunque sea con el patán de Valderas.

Soy un hombre que le da una importancia capital a la práctica, y no veo como podemos solucionar el problema español con una propuesta tan delirante que, de hacerse realidad, permitirá darle la puntilla a un estado completamente superado por la amenaza nacionalista. Para ilustrar mi teoría, le voy a pedir que hagan un ejercicio de imaginación. Piense, por un momento, que es usted un hombre impotente, o una mujer que tiene serios problemas para que su pareja le riegue la hierbabuena. Con toda seguridad, iría a una especialista para que le diagnosticara la causa de su dolencia. Sólo entonces, podría comenzar a ver la luz al final del túnel. No obstante, si usted es socialista andaluz e idiota, perdone la reiteración, convocaría un pacto contra la impotencia. Para ello, usted y su amorcito se harían una foto en compañía de las prostitutas del barrio, de las vecinas y, por supuesto, de los periodistas que saben que la lengua sirve para algo más que la parla. Todos juntos, firmarían el ansiado pacto. Las prostitutas se comprometerían a calentar al marido de camino a casa, las vecinas a ir desnudándole en el ascensor y, si todo eso no ha funcionado, los periodistas a mano harían de garganta profunda para que, ¡por fin!, el señor entrara como un  berraco en el domicilio dispuesta a reventar a su María. Ésta, a las dos semanas, podría tener la siguiente conversación con su marido:

-         Maruja ¿quieres un whiskey?

-         No gracias, que me hace daño a las piernas.

-         ¿Se te duermen?

-         No, se me abren.

Obviamente cuando alguien tiene un problema semejante, no hay pacto alguno que le pueda ayudar, al margen de los doctores. No creo errar al afirmar que el pacto por Andalucía es una tontura que sólo creerá la entregada parroquia socialista. Y  es que nada se puede esperar de la secta que concibe la botánica como el arte de insultar a las plantas en latín y griego.

Sergio Calle Llorens