La Junta de Andalucía ha ideado una nueva forma de torturar a los malagueños; se trata de las obras del metro. Zanjas abiertas, negocios arruinados, calles con polvo y sin aceras, y lo más grave, la luz al final del túnel, no es un tren que viene a llevarles al centro, sino una estafa tan grande como la cabeza de Manolito Chaves. Ese señor que se fotografiaba muy ufano junto a la primera valla del suburbano prometiendo que todo estaría concluido en febrero del 2009. Pero el rey del paro no cumplió con lo prometido. Nada nuevo si tenemos en cuenta que el malagueño sólo puedo confiar en su miembro, que será el único que nunca le dará por detrás. Y es que Chaves, enemigo declarado de la oratoria, estaba más pendiente, como todos los socialistas, de colocar a sus hijos y de anticipar un préstamo a una empresa antes de que se concediesen las subvenciones. Un hecho que tuvo lugar en la sesión en el consejo de gobierno de la Junta de Andalucía, en su sesión del 9 de noviembre de 1999. Ya ha llovido desde entonces, como también han caído sobre Málaga chuzos de punta en formas de medidas andaluzas para seguir castigando al motor de Andalucía.
La actitud de la Junta para con este rincón del mediterráneo, me recuerda a ese grupo catalanista que fue a Ibiza a decirles que eran tan catalanes como ellos, y claro, los orgullosos lugareños los corrieron a gorrazos. Y es que los independentistas tienen claro que sin la despensa valenciana y el turismo balear, el Catalonia is not Spain se convierte en Catalonia is just another part of Spain. De igual forma, en Málaga los agentes del régimen se empeñan en que abracemos la bandera del Betis colocada en los ayuntamientos, y que peregrinemos al Rocío a comportarnos como dementes, destruyendo, de paso, un parque nacional en cuyas entrañas viven seres mucho más inteligente que cualquier parlamentario andaluz.
En mi opinión, y lo que es más importante, en la opinión de grandes pensadores, Andalucía está como una cabra por su manía de hacer verosímil lo absurdo, en un intento de superar en imbecilidad a cualquier pueblo del planeta tierra. En ese contexto, se explican las chapuzas de los metros, el fracaso escolar, el paro y los asuntos de los ERE. Ante estos despropósitos, la prensa orientada según los principios de la Junta, sigue mirando para otro lado. Y es que nadie se ha demostrado más genuflexo ante los socialistas que esos medios de comunicación. Por eso, cuando el ceutí afirma que él no tiene nada que ver ni con la corrupción, ni con las ayudas destinadas a la empresa de su hija, ni con las comisiones de su hijo, ni con las falsas jubilaciones, éste cronista le grita desde su atalaya: ¡Tú sí que Chaves!
Sergio Calle Llorens
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