Páginas

martes, 25 de octubre de 2011

NELSON DERROTADO EN TENERIFE

En el museo londinense Madame Tusseaud se cuenta que Lord Nelson- el héroe de Trafalgar- perdió su mano derecha en una escaramuza de carácter bélico, pero la historia que los ingleses ocultan, por propio interés, nos cuenta la hazaña de unos hombres que derrotaron al marino británico en la isla canaria de Tenerife. Un episodio, que aunque silenciado por los súbditos de su graciosa majestad, no le quita ni un ápice de heroísmo, a aquellos españoles que derrotaron al arrogante Nelson. Estamos en el año 1797, cuando una escuadra naval británica comandada por el inglés decidió atacar y conquistar la isla española. Las motivaciones de los piratas eran claras, por un lado, asestaban un duro golpe a España, y por otro elevaban la moral a la marinería, algo baja después del intento fallido de bloqueo a Cádiz. Recordemos que una flotilla de lanchas cañoneras, pusieron en jaque a la flota de Jervis, que tuvo que desistir en el intento.

El plan de Nelson consistía en atacar la isla con los navíos de línea Theseus, de 74 cañones donde enarboló su insignia, el zealous de 74 comandado por el capitán Hood, el Lender de 50 a cargo del capitán Troubridge. En total 393 cañones y 4000 hombres armados. El ataque contaba con el elemento sorpresa, pero afortunadamente para los españoles, la captura de un barco de guerra inglés dio al traste con los planes secretos del almirante. Alertada Tenerife, se preparó la isla para dar una cordial bienvenida a los ingleses.


El Teniente General Gutiérrez


La hoja de servicios del general español, tiene un denominador común: Derrotar a los ingleses en diferentes campañas. Como teniente coronel comandó a las fuerzas españolas que expulsaron a los ingleses de las islas Malvinas, volviendo su soberanía a España. Como general de brigada volvió a derrotarlos en la recuperación de Menorca. Como teniente general, en 1797 vencería a sus más fieros enemigos por tercera vez. Para ello, reforzó las defensas y las fortificaciones, llegando incluso a que los diferentes fuertes solaparan sus disparos para que fueran más efectivos.

Gutiérrez era consciente que se enfrentaba a una fuerza impresionante que le sobrepasaba en número y en armamento. Tan sólo contaba con 1669 hombres y 91 cañones, y los milicianos no tenían una gran disciplina militar. No obstante, si contaba con el apoyo del batallón de Canarias. Una unidad de elite muy preparada, que le sirvió a su vez de grupo de adiestramiento de los regimientos provinciales y de los lugareños. Por su parte, Nelson convocó a los capitanes de su escuadra en su buque insignia para preparar el plan de asalto. Todos estuvieron de acuerdo con el plan, basada en la superioridad de sus fuerzas, pero la arrogancia británica no tuvo nunca en cuenta la capacidad de resistencia de los españoles. El plan consistía en que las tres fragatas de la escuadra de Nelson, que tenían menos calado que los grandes navíos, se acercarían a la costa lo más posible en la oscuridad y desembarcarían las tropas para atacar las partes altas y las baterías al nordeste de la ciudad. El capitán de navío Troubridge del Culloden sería el encargado de la fuerza de desembarco. La bombardera Rayo abriría entonces fuego en la ciudad en ese momento con sus morteros. Al amanecer los navíos de línea se acercarían, preparados para bombardear la ciudad. A menos que los buques mercantes que se hallaran en el muelle y su carga y todo el tesoro o lingotes que se hubieran desembarcado en la ciudad fueran entregados, la ciudad sería destruida por el bombardeo. Antes del ataque, Nelson dio esta carta a Troubridge dirigida al general Gutiérrez. El contenido de la misiva no tiene desperdicio:

“ Tengo el honor de informarle que he venido a exigir la inmediata entrega del navío príncipe de Asturias, procedente de Manila y con destino Cádiz, pertenecientes a la compañía de Filipinas, junto a su entero cargamento, y así mismo todos aquellos cargamentos y propiedades que hayan podido ser desembarcados en la isla de Tenerife, y que no sean para el consumo de sus habitantes. Y siendo mi ardiente deseo que ni uno sólo de los habitantes de la isla de Tenerife sufra como consecuencia de mi petición, ofrezco los términos más honrosos y liberales, que si son rechazados, los horrores de la guerra que recaerán sobre los habitantes de Tenerife deberán ser imputados por el mundo a vos, y a vos únicamente. Pues destruiré Santa Cruz y las demás poblaciones de la isla por medio de un bombardeo, exigiendo una muy pesada contribución a la isla. Además deberán entregarme los fuertes poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas”.

Vean como al propio Nelson no se le pasó por la cabeza ni por un momento, la posibilidad de que los planes salieran mal, como de hecho ocurrió. Pero es que a parte de la resistencia española, la estrategia inglesa era rematadamente pésima. Para empezar, sus navíos no podían llevar a cabo un bombardeo naval, ya que los navíos no podían acercarse a menos de una milla de la costa. Aún así, Nelson dio la orden de ataque. A las 10 de la mañana del día 22, las fragatas fondean cerca del barranco del bufadero, desembarcando a 1000 hombres en la playa del valle seco a pesar del fuego español.


Los hombres de Nelson tenían que transportar las piezas de artillería por lo que el avance se retrasó. Ante el ataque, el general Gutiérrez empieza a ganarle la partida al enemigo con la toma de las primearas decisiones. Manda a sus soldados al risco de la altura, desde donde golpea con decisión las posiciones británicas. Al mismo tiempo, ordena al jefe del batallón Canarias dirigirse a la población próxima de La Laguna, con objeto de que se le unieran más milicianos que le acompañarían al Valle Seco. Su objetivo era cortar el posible avance de los británicos con una vertiginosa marcha. Finalmente pudieron lograr su objetivo. Mientras los británicos se sorprendían de encontrarse tanta resistencia. A lo sumo, un puñado de sucios e indolentes españoles, que dicho sea de paso empiezan a causarles las primeras bajas. El día 23 Nelson ordena la retirada desde el Theseus. Los tres navíos de la Royal Navy navegan cerca de Barranco Hondo y de la candelaria, en un vano intento de atemorizar y confundir a los españoles. Gutiérrez, perro viejo, se había adelantado a las intenciones del zorro inglés dejando fuerzas suficientes en Santa Cruz, y al castillo de Paso Alto con 30 milicianos, desplegando las fuerzas mejor adiestradas en el castillo de San Cristóbal en el sudoeste, con el batallón de Canarias en reserva, con órdenes de acudir donde fuera necesario. Tanto movimiento de la tropa española confundió a Nelson, que no tuvo más remedio que reconocer el total fracaso de su plan inicial. Después de consultarlo con sus oficiales, ideó otro plan que consistía en dirigir el ataque en el castillo central de San Cristóbal, donde se encontraba la mayoría de la fuerza del General Gutiérrez. Nelson, picado en su orgullo, ordenó el ataque liderando personalmente uno de los 6 grupos de abordaje. Decisión que le costaría muy caro, pero antes de desembarcar, tuvo tiempo de escribir a Jervis:

“ Tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo el fuego de las baterías de la ciudad, y mañana será coronada mi cabeza con laureles o con cipreses.


Humillación inglesa


Con remos envueltos en telas para no hacer ruido, los ingleses avanzan hacia las playas, pero la fragata española San José, que se encontraba fondeaba a 500 metros del muelle, los descubre y empieza la batalla en diferentes frentes. El resto se vio sorprendido por el fuego combinado de Paso Alto y del Castillo de San Telmo con todo tipo de proyectiles, que hundió el buque británico cutre Fox con la pérdida de 97 hombres. Probablemente el proyectil que hundió el barco provenía del castillo de San Telmo. Se había desatado el infierno, y cuenta la tradición que el cañón tigre escupió fuego y Nelson, que sin llegar a desembarcar, fue herido en el codo derecho por fuego de metralla, matando a su vez a Richard Bowen, comandante de la Terpersichore, uno de los oficiales más prometedores de la Royal Navy, que dicho sea de paso intentó sin éxito, que sus compatriotas le pusieran una placa en la catedral de San Pablo en Londres- en todos lados cuecen habas- A estas alturas sólo un pequeño grupo de británicos logra desembarcar y colocan sus cañones en el muelle, pero la respuesta española fue contumaz y firme. Les disparaban desde todas las direcciones, los ingleses no podían ni avanzar un paso, y el suelo se llenaba de cadáveres. Finalmente se rinden a los españoles. Nelson herido exclama mientras caía herido:”Soy hombre muerto”. Con celeridad fue conducido al navio Theseus al negarse a subir al barco más cercano, pues hubiera tenido un efecto demoledor en sus hombres. Su brazo derecho colgaba inerte, sabe ya que va a perder su brazo derecho, así que cuanto antes mejor, se le oyó decir.

Por otra parte, los dos grupos restantes de británicos desembarcan en la playa de las carnicerías y avanzaron por el barranco de los Santos. Sus ataques tienen éxitos al principio, pero el batallón Canarias ataca por el flanco junto con las partidas de Cuba y La Habana, empujándoles hasta la plaza de Santo Domingo, donde se unen a las fuerzas de Troubridge donde quedan completamente cercados. El batallón de Canarias, la corta la retirada a Troubridge. El regimiento de la Laguna se dirige al muelle en dos columnas, una por la retaguardia de la plaza de Santo Domingo, para evitar la progresión de los británicos al interior, y la otra columna siguiendo la línea de la costa. Los hombres de Nelson estaban perdidos y ni siquiera los refuerzos mandados por el almirante pudieron sortear el fuego de las baterías costeras, que les hunden a tres embarcaciones. A pesar de la evidencia, Troubridge manda un ridículo mensaje a los españoles conminándoles a que se rindan, pero finalmente dándose un buen baño de humildad, acepta la triste realidad: Han sido derrotados en Tenerife sin paliativos. No queda otra que aceptar parlamentar con el gobernador, y manda a Hood. En otras palabras, los ingleses se ven obligados a capitular, a pesar de su superioridad. La capitulación inglesa es aceptada por el General Gutiérrez. Nelson, que siempre había distinguido a los hombres que se portaban de forma honorable en el combate, escribió una carta de agradecimiento al general español por el trato dado a sus hombres y que Troubridge entregó al día siguiente, cuando se disponía a recoger a los heridos británicos que estaban en los hospitales de la ciudad. Nelson también se comprometió a llevar la noticia de la victoria a la península. Al contrario del enemigo, los españoles tuvieron muy pocas bajas, con 30 muertos y 40 heridos solamente. Los británicos tuvieron 238 muertos y 128 heridos, el hundimiento del Fox y las numerosas lanchas hundidas les hizo mucho daño- Además hubo muchos prisioneros. En España, la derrota fue aclamada como una gran victoria, victoria que los británicos trataron de minimizar por todos los medios. Sí, la escaramuza se tradujo en una completa lección de resistencia y de inteligencia táctica por parte de Gutiérrez y los suyos que les causó muchas bajas a los súbditos de su graciosa majestad.


Conclusiones



El General Gutiérrez volvió a humillar a los británicos causándoles una derrota sin paliativos. Sin duda, el hecho de que en las negociaciones los ingleses se ocuparan de que no figurara por ningún sitio la palabra rendición, unido a la capacidad de éstos en ocultar sus derrotas, han influido en el hecho de que este episodio no sea lo suficientemente conocido como se merece. La verdad histórica es que el héroe de Tenerife frustró todos los intentos de desembarco enemigo, anticipándose a los movimientos de los británicos en todo momento, causándoles una dolorosa derrota, que evitó que Tenerife pasara a formar parte del Imperio británico. La hazaña fue anunciada por la fragata Emerald en Cádiz, tal y como había prometido Nelson, el parte de la victoria española.


Por la victoria, nuestro general fue ascendido por el Rey Carlos IV, otorgándole a su vez la encomienda de Esparragal en la orden de Alcantara. Cuando murió, sus restos fueron sepultados en la capilla del Apóstol Santiago de la Parroquia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Además, al lector le interesará saber que el escudo de la ciudad canaria tiene tres cabezas cortadas de león, el animal heráldico de Inglaterra, en memoria de las tres veces que los británicos trataron de conquistar la isla:

- Blake 1657
- Jennings 1706
- Nelson 1797


El pueblo canario demostró su españolidad y su heroísmo defendiéndola- Hoy día, paradojas de la historia, una asociación británica en colaboración con las autoridades de la isla, recrea aquel episodio bélico en el que Nelson fue derrotado. Algo que debe hacer recapacitar a los que se oponen a este tipo de celebraciones, por considerarlas demasiado reaccionarias. Huelga decir lo que equivocados que están.


Sergio Calle Llorens

No hay comentarios:

Publicar un comentario