Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
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miércoles, 10 de agosto de 2011
LA PANDILLA DEL 15-M
Recuerdo la crisis de los piqueteros allá en La Argentina. Un conflicto en el que un grupo de personas ocupó ilegalmente un puente internacional que conecta con Uruguay con la peregrina excusa de que iban a abrir una fabrica de papel al otro lado. Un monstruo, según ellos, que iba a contaminar la zona cuando lo único contaminado eran las ideas de esos impresentables. Entonces el gobierno Kitchner declaró que no podía intervenir porque no se podía criminalizar una protesta social. Un argumento muy propio de la izquierda que vemos repetido en España y en otros lugares del viejo continente. En España, el movimiento 15-M ha conseguido momentos de notoriedad con las ocupaciones ilegales de plazas o con los ataques a parlamentarios de una asamblea regional. Piltrafillas que piensan que para terminar con las injusticias en el mundo, hay que sentarse en una placita y no hacer absolutamente nada que no sea el ridículo más espantoso. Con esta actitud, sin embargo, tan sólo se molesta a los vecinos y se impide que los pequeños comerciantes sigan ganándose honradamente la vida. Da igual que los medios de comunicación, cada vez más populistas, les hayan reído las gracias a esa chusma descerebrada. La realidad, pese a que muchos se empeñen, es tozuda y diáfana; para conseguir algo en la vida hay que luchar por ello con todas las fuerzas. Algo para lo que no está preparado el batallón de indigentes intelectuales con alergia al agua. Y si sus ideas se visten de una estupidez pueril hablando e democracia real, de revertir el sistema y de nacionalizar la banca es porque la mayoría tiene miedo de hacerles frente. Siento decirlo, pero no se me ocurre otro calificativo que el de criminal para esta secta que se enfrenta a la policía en un barrio madrileño por la detención de un magrebí. Un tipo que ya había protagonizado una treintena de robos. Imagino, que si un día uno de estos descerebrados recibe un navajazo- dios no lo quiera- o un robo, llamarán a la misma policía para que les proteja. Y pobrecitos de los agentes si no responden con celeridad a la llamada, entonces todos serán protestas por la falta de seguridad en el barrio. Es obvio que esta pandilla no se caracteriza por sus virtudes, ni por ser consecuentes. Para mostrarles lo que digo, una muestra; esta semana en Málaga capital, miembros del 15- M protestaban ante el centro de internamiento de extranjeros por la detención de un argelino al que no se le había concedido asilo político. Los manifestantes insultaron gravemente a los agentes con gritos de fascistas. Hubo escupitajos, forcejeos y alguna otra cosa que me callo. Entonces, la terrible policía española desalojó a los indignados del lugar. Fue el momento en el que algunas chicas del batallón ofrecían flores a los agentes cuan hippies americanas protestando por la guerra del Vietnam. Ellas que hasta hacía un cuarto de hora, habían puesto verde a aquellos que nos proporcionan seguridad, olvidaban sus agravios y ofrecían paz, amor y supongo que el plus para el salón a esos mismos “fascistas” que se habían puesto bravos- que desfachatez- con ellas. Entonces los agentes, obviamente, las invitaron a meterse esos capullos por un lugar concreto. El mismo por el que salen sus ideas.
Sergio Calle Llorens
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