Nunca he sentido orgullo de ser andaluz, pues, por serlo, me hallaba mentalmente envilecido, condenado a inclinarme ante ideas, que aunque las revistan de modernidad, son arcaicas y desfasadas. Siempre me interesó más el contenido que el envoltorio de las cosas. Ser a parecer. Huyo, por tanto, de cualquier esencia andaluza por muy inofensiva que pueda parecer al profano. Reniego del ideario andaluz y andalucista que centra sus esfuerzos en situar nuestros orígenes en la Andalucía musulmana. No me dice nada la figura de Blas Infante cuya ideología se pierde en las brumas de un mito poco creíble entre la minoría culta de éstas tierras. A mí, las sevillanas, la feria de abril y canal sur me levantan menos que la Duquesa de Alba luciendo tanguita por la calle Sierpes. Lo mío es un grito para el que quiero oírlo, junto a un mediterráneo tembloroso de espumas. Un grito que lamenta que hayan creado una autonomía para beneficios de unos pocos. Un lamento porque nos condenaron a ser tierra de camareros y sirvientes de turistas de otras tierras. Aquí los emprendedores se marchan, los investigadores buscan otros lugares para dejar atrás sueldos como los políticos que nos condenan, miserables. Andalucía sigue siendo, a pesar de todas las ayudas de la UE, zona uno- es decir entre las más pobres del continente. Y a eso le llaman los andaluces Andalucía imparable, Andalucía al máximo, Andalucía tercera o cuarta modernización, Andalucía sostenible. Lemas ideados por mentes calenturientas que hacen del engaño su arma más letal. Estoy convencido de que Andalucía seguirá siendo el culo de España, el lugar con más tontos por metro cuadrado de Europa. Y lo será porque los andaluces que valen, los que tienen ideas y quieren transforma el presente y el futuro, son siempre relegados por esa pandilla de señoritos andaluces que nos habla de cambio en canal sur, pero que se niegan a llevarlo a cabo, pues eso supondría su relevo definitivo. Mentes grises que saben que si el ciudadano despierta, su vida de lujo y privilegio habrá acabado para siempre. Andalucía está condenada a ser el referente de la estulticia y la estupidez pues ha sido creada a imagen, deseos y aspiraciones de los ciudadanos más lerdos.
Sergio Calle Llorens
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