¿No les parece una contradicción que el portero del F. C Barcelona, tudesco y habitante de
la ciudad donde se supone que se margina nuestra bella lengua común, hable mucho mejor que Gareth Bale- en realidad no es capaz de
construir una frase correcta en español con su sujeto, verbo y predicado- tras
siete temporadas jugando en España con
el Real Madrid?
¿No es un contrasentido que el Barça concediera tres medallas a Francisco Franco tras haber visto como el Régimen favorecía a su rival histórico aprobando normas que le impedían fichar a los
jugadores que debían, sí o sí, terminar jugando en el Madrid?
¿No es vergonzoso que las asociaciones feministas callen cuando una violación es cometida
por una manada cuyos miembros ni son españoles, ni tienen la piel clara?
¿No es un desatino que una gran parte de la prensa sureña
viese como una anomalía histórica la elección de un Presidente sin vinculaciones con Sevilla aunque se vista como ellos, aceptando la tesis del ex ministro Juan Antonio Zoido?
¿No es un disparate que los que negaban el centralismo
impuesto por el socialismo andaluz hayan
pasado, y de puntillas, por el hecho, por otra parte indiscutible, que un mes,
en sólo un mes, se haya firmando- además de varios proyectos que dormían el
sueño de los justos- el acuerdo para que el tercer hospital sea una realidad en
Málaga tras 37 años de negativas?
¿No es significativo que tras la publicación de la supuesta
implicación de Marruecos y Francia
en el atentado del 11-M, la prensa y
la gran mayoría de los políticos patrios guarden un atronador silencio?
¿No es una locura que el presidente de Méjico exija que España
pida perdón por la conquista cuando él es descendiente de españoles? ¿No sería
mejor que los mexicas presentaran
antes sus disculpas por sacrificar a pueblos enteros, y tras esclavizarlos, con
el objeto de contentar a su estúpido Dios sanguinario?
Para los que ven el
mundo en números binarios, la primera contradicción presentada hará que me
coloquen en la tropa de los catalanistas furibundos. La segunda, tal vez, en el
pelotón de los sucios españolistas. La tercera, me temo, en el de la cofradía
de los racistas machistas. La cuarta y la quinta apuntarán a mi provincialismo
más extremo. La sexta me hará ingresar
en el club de los conspiranoicos. La
séptima me convertirá, y sin dilación alguna, en un arrogante europeo.
En mi defensa, si es que tengo defensa alguna, he de dejar
constancia de que soy el resultado de unos paisajes mediterráneos que
combinados con miles de lecturas, me hacen abrazar la religión de los descreídos.
Yo, simplemente, hago mía aquella letra
que cantaba Freddy Mercury; “No
wrong, no right. I´m gonna
tell you there´s no black and no white. No blood, no stain”.
Yo, simplemente, dudo mientras contemplo un mar azotado por
el viento de levante. Usted, que tal vez no tenga la fortuna de contemplar esta
maravilla inenarrable, también debería comenzar a dudar para no caer en tantas
contradicciones.
¡Creo!
Sergio Calle Llorens