jueves, 14 de enero de 2016

EL CIRCO

Cuesta creer que una nación como España que reconoció los derechos de los indígenas en 1542 al reconocerles como súbditos libres de la Corona tenga hoy, y para su desgracia, un parlamento en el que diferentes tribus compiten por hacer el indio.

Se trata de aparentar más que de ser. La de Podemos trae un bebé para demostrar cuan moderna que es aunque sea acompañada de su niñera. Hacerse la foto para quedar, como diría el insufrible Josep Pedrerol, retratada en 1931. Unas veces son pequeñas criaturas y otras Reinas magas de Valencia vestidas de lagarteranas en plan busconas. Carmena que se baja del metro para subirse cinco minutos después al coche oficial. Gestos de vuelos gallináceos que tan feliz parecen hacer a la turba.

Un circo con Buffalo Bill, Caballo Loco, Toro Sentado y los payasos de la tele en el que ya han pasado zotes intelectuales como ZP y en el que siguen, para nuestro escarnio, personajes como Celia Villalobos y Alberto Garzón. Éste último, imagino, solo ha quedado para llevarle el café a Pablo Iglesias. Indios contra cowboys en un intenso fuego cruzado con algunas pausas para fumar la pipa de la paz. Parlamentos paupérrimos con palabras como ciudadanía que, de usarlas tanto, se me antojan gastadísimas y sin valor alguno. 

Un manicomio en el que ya se ve como normal que un tal Rufián- Dios a veces es justo con los apellidos- dice que acude al "parlamento de un país vecino". Y se queda descansado completamente orgulloso del rebuzno mientras va a cobrar, ya verán que durante al menos cuatro años, de “los españoles”.

Del debate en Valladolid sobre los derechos humanos a la porfía de la cama redonda en Madrid por aquello de que la política hace extraños compañeros. De los indios pueblo a un pueblo desnortado que espera milagros de unas etnias que siempre hablan con lengua de serpiente. Súbditos que recuerdan a aquel adolescente que compró una caja de preservativos con la leyenda “Sexo seguro” y todavía espera que algo excitante ocurra.   Viendo como se manejan en este circo borriquil yo prefiero, y mil veces, decantarme por cualquier película de la mula Francis.

¡This is the end!


Sergio Calle Llorens

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