viernes, 1 de agosto de 2014

METRO MÁLAGA YA ESTÁ AQUÍ.

Con la apertura del metro en Málaga, la ciudad de la Costa del Sol se convierte en la urbe del sur con más líneas de suburbano abiertas al público. Parecía que no iba a llegar nunca pero aquí lo tenemos. Más de 50.000 almas se subieron a los trenes  en su estreno del pasado 30 de julio. El éxito ha sido total. Bien es cierto que todavía tardaremos un poco más en verlo llegar al centro pero, la cosa no tiene vuelta atrás a pesar de los agoreros y frustrados de la vida. La llegada del metro supone un salto de calidad en todos los sentidos para la ciudad del paraíso.

Como ya he compartido con todos ustedes trabajos donde demostraba la imbecilidad de los gestores de la Junta que han retrasado una infraestructura que, dicho sea de paso, debería haber estado terminada en 2009. También dejé escrito la poca querencia que ha demostrado el PP por el metro. Empero, hoy tras haber probado el nuevo trasporte, quiero darles mi visión al respecto.

Málaga tiene metro y yo me sentía como Don Quijote subido a su Rocinante cabalgando por las entrañas de la ciudad. Ver como en pocos minutos podía ir de una punta a otra de la ciudad, me produjo una gran alegría. Al ático de mi memoria venían recuerdos de esos partidos jugados en la Ciudad Deportiva de Carranque cuando muchos de esos barrios malagueños se parecían bastante a Beirut. Y esa Universidad donde nos divertíamos en los tiempos en los que bailar Rock and Roll era una actitud ante la vida, en compañía de rockers y poetas malditos. Era aquella una Málaga más canalla, muy mal hecha pero muy divertida. Un desastre del que escapábamos por los barrios marineros como Pedregalejo en aquella movida donde los grupos locales sonaban- por aquello de que el puente aéreo Málaga -Londres siempre ha funcionado muy bien-  como las británicas.

Hoy en día Málaga es una macrociudad desde Maro a Estepona a pesar de que la Ministra, una nueva Ministra, quiera engañarnos con lo de hacer un nuevo estudio del corredor ferroviario para extender el cercanías hasta Marbella. Tenemos, en cualquier caso, los mejores museos, un centro histórico abarrotado de turistas día y noche, un Parque Tecnológico y un futuro brillante. Sí, pensaba en ello recorriendo las arterías de la ciudad, subido al metro. Al llegar al Martín Carpena junto al estadio de Atletismo tuve que salir a estirar las piernas. El Hospital Quirón y el Centro Acuático de Málaga completaban un cuadro moderno e impactante. Y todo en 25 años que han conducido a la Capital de la Costa del Sol hasta la victoria final. Pensaba en todo lo que habíamos luchado por esta tierra; en todas las justas reivindicaciones hasta alcanzar esta meta.

De vuelta al metro, mi hijo conversaba en inglés con una amiga irlandesa que vino con nosotros en el estreno. Al escucharle sentí un orgullo rotundo porque ha sido capaz de dominar varios idiomas en muy poco tiempo de vida, como antaño los miembros de esa burguesía malagueña que tantos buenos frutos le ha dado a esta tierra. Entendí, una vez más, que la respuesta vendrá siempre de aquellos malagueños con  sangre mestiza y nunca, ustedes perdonen, de aquellos que hablan de metros sin haber salido jamás de Los Percheles. Y mucho menos, de la basura andalucista.

A mi mente volvieron una vez más algunas imágenes del pasado. De cuando éramos más jóvenes y Málaga era tan fenicia como el ojo de las jábegas que también acompañan a nuestro Metro. Soñé despierto con esas sombras pretéritas que tanto amaba y odiaba al mismo tiempo. De un tiempo en la que beber de la Fuente de Reding nos hacía más sabios. De esos cubatas en el Fernandito donde se aplicaba aquello de Be whiskey my friend, aunque fuera barato y de garrafón.  De los años en los que nos movíamos en moto a todos lados. 

El tiempo pasaba muy lento entonces, y las distancias parecían imposibles de salvar ante tanto edificio inútil que impedía las conexiones ciudadanas. La nostalgia me alcanzó lleno mientras caminaba escuchando a mi hijo hablar en danés con su madre a la que explicaba, y con todo detalle, su primer paseo en el Metro Malagueño. Eché la vista atrás para admirar la estación del suburbano y, con toda seguridad, supe que la vieja Málaga había muerto para siempre. Ya nunca más se escuchará aquello de “mata al Rey y vete a Málaga”, sino si vienes, tu corazón quedará atrapado aquí en una ola mediterránea. Es tanta la belleza y tan especial la forma de vivir que, el Metro es simplemente el heraldo de una nueva era: la Hora de Málaga.


Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. Interesante el enterarte de como fue la histotia:
    http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2014/08/03/metro-barcelona-impidio-llevar-cercanias/697386.html
    ´El metro de Barcelona impidió llevar el cercanías a Marbella´
    Entrevista al promotor de la línea de cercanías Málaga-Fuengirola Jesús Santos Rein

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    1. La historia no tiene desperdicio. Gracias por compartir Luis. Un abrazo.

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